lunes, 25 de octubre de 2010
Literatura electrónica (II)
Unas cuantas entradas ha nos habíamos quedado analizando las bondades de las nueas tecnologías en cuanto a lo que lectura se refiere. Tras un día de playa virtualizado a través de este blog, os dejamos entre la curiosidad y la espectativa. En la entrada de hoy retomamos el tema.
- ¿Qué se entiende por literatura electrónica?
Aunque se podría extender, en general, esta denominación se refiere a aquella literatura cuya fuente es un archivo digital y que, a su vez, puede ser leída a través de un dispositivo electrónico. La literatura -llamémosla- tradicional no nos planteaba tal dicotomía entre fuente y soporte, al menos no de manera tan clara. Me explico: cuando tenemos entre las manos un libro, es este mismo objeto libro el soporte de lectura. Describir un libro es algo sencillo: un número variable de hojas de papel unidas a un lomo a través de algún sistema de sujección (normalmente, cola o hilo) que a su vez está protegido por un par de tapas de distintos materiales. Con todo ello nos referimos al soporte. Cuando hablamos de la fuente nos estamos refiriendo al texto contenido en las páginas del libro. Son fuentes las páginas de Las mil y una noches, El corazón tan blanco o Los pilares de la tierra. Así pues, cada fuente que queramos leer irá inveitablemente unida a un soporte distinto, es decir, a un nuevo objeto libro, que se adapte a su extensión, calidad de encuadernación, etc... De ahí lo frondoso de nuestras estanterías :) (vaya por delante que pocas cosas hay más bonitas en casaque una estantería llena de libros).
En la literatura electrónica la cosa cambia; obtenemos de entrada algunas de las ya sabidas ventajas de la informática en general. Las fuentes (es decir, los textos impresos sobre páginas) son ahora archivos digitales de distintos formatos (doc, pdf, epub, fb2, ect...). Estos archivos no se guardan en estanterías sino en dispositivos electrónicos de memoria (discos duros, memorias flash...). Estos archivos pesan del orden de entre 50 y 200 Kb (dato orientativo), dependiendo del formato, la cantidad de gráficos, etc. ¿Dónde leer todo esto? Pues por ejemplo, un PC ya nos serviría. De hecho, cualquier leer un blog es un ejercicio -particular- de literatura electrónica, donde la fuente está almacenada en algún servidor de Internet y el soporte de lectura es el PC, o el teléfono, o la PDA o aquél desde el que nos estamos concectando.
Pero sí, tal y cómo estáis pensando, menudo tostón resulta leer un texto largo desde la pantalla de nuestro ordenador. No quiero imaginar lo que debe ser acometer la lectura de las más de tres mil páginas de Guerra y paz, ¡peor que pelar cien mil cebollas sin descanso!
EL problema de las pantallas es que emiten luz y la luz es además de una onda, un haz de partículas. Esas partículas bombardean nuestros ojos y nosotros, entonces, optamos por pelar cebollas.
En la literatura electrónica la cosa cambia; obtenemos de entrada algunas de las ya sabidas ventajas de la informática en general. Las fuentes (es decir, los textos impresos sobre páginas) son ahora archivos digitales de distintos formatos (doc, pdf, epub, fb2, ect...). Estos archivos no se guardan en estanterías sino en dispositivos electrónicos de memoria (discos duros, memorias flash...). Estos archivos pesan del orden de entre 50 y 200 Kb (dato orientativo), dependiendo del formato, la cantidad de gráficos, etc. ¿Dónde leer todo esto? Pues por ejemplo, un PC ya nos serviría. De hecho, cualquier leer un blog es un ejercicio -particular- de literatura electrónica, donde la fuente está almacenada en algún servidor de Internet y el soporte de lectura es el PC, o el teléfono, o la PDA o aquél desde el que nos estamos concectando.
Pero sí, tal y cómo estáis pensando, menudo tostón resulta leer un texto largo desde la pantalla de nuestro ordenador. No quiero imaginar lo que debe ser acometer la lectura de las más de tres mil páginas de Guerra y paz, ¡peor que pelar cien mil cebollas sin descanso!
EL problema de las pantallas es que emiten luz y la luz es además de una onda, un haz de partículas. Esas partículas bombardean nuestros ojos y nosotros, entonces, optamos por pelar cebollas.
Para tener la misma sensación que al leer un libro con páginas de papel impresas en tinta, necesitamos un libro electrónico, formado por papel y tinta electrónicos.
- ¿Qué son los libros, el papel y la tinta electrónicos?
Un libro electrónico es un dispositivo de lectura de fuentes digitales. El libro elctrónico tiene una pantalla que rápidamente dejaremos de llamar así. Esa superficie es en realidad papel electrónico. Las principales características del papel electrónico son su ligereza y que no emite luz. Existen ya algunos dispositivos de lectura electrónicos flexibles, que pueden ser doblados y guardados en el bolsillo, igual que una hoja de papel. Es muy probable que seamos testigos de una auténtica revolución con el reciente descubrimiento del grafeno. La tinta electrónica está compuesta por un gran número de diminitas cápsulas que contienen un gas capaz de adoptar un pigmento entre el blanco y el negro al aplicarle un carga eléctrica. La tinta electrónica está distribuida por la superficie del papel electrónico y cada vez que se imprime una página, cada cápsula toma el tono que le corresponde. Por lo pronto, la verdadera tinta electrónica, sólo existe en blanco, negro y escala de grises. Si el dispositivo tiene color es que emite luz y no se trata de tinta electrónica.
- ¿ Tiene más ventajas?
Ya hemos mencionado el poco espacio que ocupa este tipo de literatura, de hecho va toda cargada en el dispositivo de lectura. Esto no deja de ser una verdadera revolución si hablamos, por ejemplo, de documentación administrativa, formativa, científica... (también puede evitarnos alguna visita extra a Ikea). Pero existen más:
1.- Un solo dispositivo de lectura nos permite leer cualquier fuente: periódicos, novelas, manuales... Eso representa una disminución sin precedentes en la tala de árboles destinados a ser papel. Imaginemos tan solo el casoimprime un texto, esto es cuando cambiamos de página. El resto del tiempo ya está impreso, por no se da ningún consumo extra. No sería así con una pantalla que emite luz.
2. Los dispositivos de lectura están dotados con capacidades que nos permiten ajustar las carácterísticas de la página (tamaño y tipo de letra, orientación vertical u horizontal...)
3.- Llevar diez, cien, mil o millones de libros o documentos simultáneamente dejará de ser un problema para nuestra espalda. La portabilidad es una gran ventaja. Los dispositivos pesan alrededor de 70-100 g.
4.- La fuente no se deteriora y podremos leerla en un futuro aunque cambiemos de dispositivo.
5.- Los precios son más económicos puesto que el proceso de creación de una fuente sólo requiere maquetación. No necesita materiales, impresión, distribución... Este punto da para una entrada independiente: muchas voces están en desacuerdo con lo elevado de las tarfias con que algunas editoriales están comercializando los títulos. Otras en cambio (por ejemplo la editorial digital Luarna) ofrecen precios muy razonables. Sea como fuere, no vamos a descubrir la sopa de ajo si dejamos caer un apunte: en Internet está todo.
1.- Un solo dispositivo de lectura nos permite leer cualquier fuente: periódicos, novelas, manuales... Eso representa una disminución sin precedentes en la tala de árboles destinados a ser papel. Imaginemos tan solo el caso
- E-book, E-reader, libro digital, libro elctrónico. ¿Es lo mismo?
Fabricantes y editores (en su gran mayoría) no han sido contundentres a la hora de marcar la terminología necesaria para diferenciar las fuentes (los títulos que adquirimos) de los soportes de lectura. A este problema se añade la duplicidad de nombres que nos viene del inglés. Intentaremos aclararnos:
- Libro electrónico - E-book: En su versión inglesa designa al archivo fuente. Es decir, si afirmamos: "voy a comprar el último e-book de Eduardo Mendoza", nos estamos refiriendo a que vamos a adquirir el título y el contenido de ese libro. Es decir: la fuente. Por lo tanto, ya deberíamos disponer de soporte de lectura donde poder leerlo. En castellano la frontera es más difusa. Por libro electrónico se entiende tanto el dispositivo de lectura como las fuentes (las obras). En esta misma entrada nos hemos referido así al dispositivo de lectura líneas más arriba. Seguiremos a la espera de que se imponga un término más descriptivo, mientras tanto:
- Lector electrónico, e-reader: ambos designan al dispositivo de lectura.
- Libro electrónico y discapacidad
Recuerdo que apenas podía mover los brazos. Estaba terminando El dardo en la palabra, de Lázaro Carreter, y más de 700 páginas. El tiempo en la UCI pasa muy despacio y a veces, las estancias se prolongan un poquito. Postergué la lectura del mastodonte para después, y empecé con libros más pequeños. Aun así, me costaba pasar las páginas y sostenerlos con normalidad. En planta tuve el mismo problema. Ojalá hubiera podido arreglarlo con solo pulsar un botón. Aumentar el tamaño de la letra, poder reproducir el texto en voz, la facilidad de maniobra, de almacenaje... Todas estas características no han pasado desapercibidas para los colectivos de discapacitados. El pasado mes de septiembre, la empresa española Grammata (fabricante del e-reader Papyre) llevó a cabo una interesante iniciativa en el Hospital de parapléjicos de Toledo a fin de construir una biblioteca digital adaptada. Aquí podréis leer, en la propia página del hospital, cómo fue la experiencia.
El amor a los libros no quita que valoremos las ventajas de estas -cada vez menos- nuevas formas de lectura. A la espera de ver qué sucede (es de prever que la convivencia entre ambos modelos sea la norma, ta y como sucede con la música y la gran cantidad de formatos en que la escuchamos), os invitamos a probar esta noche, con una pequeña lamparita (¡las pantallas no emiten luz!, ¡que son papel electrónico!), a disfrutar en vuesto lector (e-reader) de vuestro libro favorito (e-book).
No dudéis en plantearnos cualquier duda al respecto, y ¡buenas lecturas!
El amor a los libros no quita que valoremos las ventajas de estas -cada vez menos- nuevas formas de lectura. A la espera de ver qué sucede (es de prever que la convivencia entre ambos modelos sea la norma, ta y como sucede con la música y la gran cantidad de formatos en que la escuchamos), os invitamos a probar esta noche, con una pequeña lamparita (¡las pantallas no emiten luz!, ¡que son papel electrónico!), a disfrutar en vuesto lector (e-reader) de vuestro libro favorito (e-book).
No dudéis en plantearnos cualquier duda al respecto, y ¡buenas lecturas!
Betabloqueantes y losartán en niños con síndrome de Marfan
Los betabloqueantes en edad pediátrica, junto a la restricción de ejercicio físico, son aconsejados generalmente, sobre todo en niños que presentan dilatación aórtica, aunque la evidencia científica disponible en edad pediátrica es escasa y controvertida. En un estudio realizado en 63 niños (J Pediatr. 2007;150:77-82.) el score Z aórtico no fue diferente en el seguimiento de los que fueron tratados con betabloqueantes y de los que no lo fueron. En otro estudio, retrospectivo, llevado a cabo en 77 niños (Am J Cardiol. 2007;99:406-9), se observó un beneficio asociado al betabloqueante al limitar el crecimiento de la raíz aórtica aórtica.
La frecuencia cardíaca en niños dentro de la población general es superior a la de adolescentes o adultos. En aquellos de menos de 5 años, la frecuencia cardíaca durante esfuerzos moderados debe estar por debajo de 110 latidos por minuto, y los mayores de 5 años por debajo de 100 latidos por minuto, siempre teniendo en cuenta que estos fármacos producen disminución de la presión arterial, por lo que la dosis debe ser establecida por su médico.
En niños con asma los betabloqueantes pueden desencadenar y/o agravar los síntomas. En estos casos se puede considerar como alternativa el uso de antagonistas de los canales del calcio.
En cuanto al principio activo a elegir, es frecuente el uso de propranolol en edades más tempranas, ya que está disponible en presentación líquida o suspensión, aunque el atenolol es el más usado, si bien el médico es el que individualizará en cada caso.
En cuanto al uso de losartán en estas edades, la evidencia actual es escasa, pero parece que podría ser beneficioso, sobre todo en aquellos niños en los que hay dilatación o rápido crecimiento de la aorta (N Engl J Med 2008;358:2787-95). No obstante, el estudio “Losartan vs. Atenolol”, que incluye población desde los 6 meses de edad, aportará información sobre su indicación en los niños(Am Heart J. 2007 Oct;154(4):624-31).
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