Anticoagulante: buen amigo, mal compañero.
Dicen que tener un buen amigo es tener un tesoro. A su vez: ¿Quien no ha sufrido un compañero interesado y molesto?
Los anticoagulantes son un poco de cada cosa. Por un lado nos mantienen la sangre fluida y evitan que se formen coágulos o trombos que podrían ser fatales. Pero por otra parte nos marcan con moratones al más ligero golpe que podamos sufrir.
No queda aquí la cosa, tenemos una cita ineludible cada cierto tiempo; 4 o 5 semanas, en el mejor de los casos. ¡Toma pinchacito en el dedo! A ver como va todo. Si estamos entre 2 y 3 en la escala INR, correcto aquí no pasa nada.
Ahora, si estamos por debajo o por encima, toca modificación de dosis y en un periodo más corto, nueva cita ineludible.
No queda aquí la cosa, hay que ser constante y meticuloso, la toma del anticoagulante debe ser la que nos marcan, siempre a la misma hora, dentro de lo posible claro está, y si nos olvidamos, no tomar el doble sino continuar con la dosis establecido y entonar el “mea culpa” en la próxima cita.
Si el otoño se ceba en nosotros y la fiebre aparece, nada de tomar lo primero que tengamos a mano. Hay que acudir al médico o echar mano a aquellos medicamentos que nos han recomendado que no interactuen con el anticoagulante. Dicho de otra manera, que no lo potencian o disminuyen su acción.
En cuanto a comer y beber:
- Los alimentos flatulentos, mejor dejarlos a un lado.
- Las bebidas, mejor con poco gas.
- La cerveza, recomiendan evitarla en lo posible.
- El vino, sin pasarse.
Y si llega inevitablemente la diarrea, la primera medida a tomar es ayunar un día y tomar abundantes líquidos. A continuación alimentos ligeros de fácil digestión.
Otro trato se debe dar al anticoagulante si precisamos ir al dentista o deben practicarnos una pequeña intervención. En este caso hay que seguir estrictamente las recomendaciones de nuestro médico. El nos indicará el protocolo a seguir en estos casos. No hay ni que mencionarlo, pero en caso de hemorragias nasales intensas, sangre en orina o heces, sangrado excesivo de encías y esputos con sangre, inmediatamente hay que dirigirse a las urgencias del hospital más cercano.
No estaría de más que las autoridades sanitarias se decidieran a proporcionarnos una identificación que claramente nos identificara como “adictos pastilleros” de anticoagulantes. Y lo digo en tono de broma, pidiendo disculpas de antemano a todo aquel que pueda sentirse ofendido.
Ilustraciones:http://roixa.blogspot.com/